lunes, 30 de marzo de 2009

Cartas de la Isla III

de Vidas Imaginarias, M. Schwob

"(...) Pero sus nombres permanecen unidos en el arte como los de Beaumont y Fletcher. Vivieron juntos, trabajaron juntos y fueron prendidos juntos. (...) El señor Burke parece haber aportado a su obra la fantasía mágica de la isla verde en que había nacido. Su alma debió empaparse de los relatos de folclore. En lo que hizo hay una especie de lejano tufo de las Mil y unas Noches. (...) El señor Hare vivía en un pequeño gabinete en el sexto piso de una casa alta y muy habitada de Edimburgo. Un canapé, un gran arcón y algunos utensilios de aseo, sin duda, componían casi todo el mobiliario. En una mesita había una botella de whisky y tres vasos. Por regla general, el señor Burke recibía a una sola persona cada vez, nunca la misma. Solía invitar un transeúnte desconocido cuando caía la noche. Vagaba por las calles para examinar los rostros que provocaban su curiosidad. A veces elegía al azar. Se dirigía al extraño con toda la cortesía (...). El extraño subía los seis pisos del camarachón del señor Hare. Le cedían el canapé; le ofrecían whisky escocés. El señor Burke le preguntaba por los incidentes más sorprendentes de su existencia. ¡Qué insaciable oyente era el señor Burke! Antes del alba, el señor Hare interrumpía siempre el relato. La forma de interrumpirlo del señor Hare era siempre la misma, y muy imperativa. Para interrumpir el relato, el señor Hare solía colocarse detrás del canapé y aplicar sus dos manos sobre la boca del narrador. En ese mismo momento, el señor Burke iba a sentarse sobre su pecho. En tal posición, ambos pensaban, inmóviles, en el final de la historia que nunca oían. De este modo, los señores Burke y Hare remataron un gran número de historias que el mundo no ha de conocer (...)."

Este cuento no inicia ni termina aquí. Falta la máscara de pez, la ciencia anatómica, el desacuerdo de los biógrafos. Lo dejo así, suspendido, porque esta noche alguien ha sacado el arco, ha apuntado hacia mi corazón y ha dado totalmente en el blanco.
Y le ha hecho falta nada más que la palabra silencio.

1 comentario:

chupa-chups dijo...

un beso, otro beso y la pena se va con el humo...