miércoles, 8 de abril de 2009

A cuatro manos


El encuentro se cargaba de nervios (de escalofríos), de nostalgia, de deseos (de espectativas), de incertidumbres, de adrenalina, de espera...
Habian pasado nada mas que 6 anios desde la ultima y unica vez (cuántas cosas en el medio, y una isla que se agigantaba).
Habiamos crecido, aprendido, ganado, perdido, habiamos vivido (sí, hicimos todo eso y más).
Dos de los cinco implicados estabamos ya moviendo nuetras rodillas disimuladamente bajo la mesa (a mí se me da fatal disimular), sentados frente a frente para decorar mas aun el encuentro (mentira: me encantaba verte contra la ventana de aquella ciudad).
Los rostros en el lugar se confundian con los de los esperados... (y yo, intentando convencerte, marededéu)
Se abrio la puerta y llego el pequenito de rastas como lo describia el vasco Letamendia. Portaba la misma sonrisa que me habia dicho chau esa vez (sus ojos aún eran los mismos y maravillosos).
Parecia ayer... (ya no era hoy)
Rapidamente y como siempre, cargue mi traje de memorias archivadas, y volvi a ser ese... ese que acogia con el alma abierta... (yo también volví a ser esa, un poco tímida, un poco nerviosa, un poco tan yo) y sin siquiera haber terminado de meter los dos brazos, arrivaron los otros dos ...El quienteto estaba formado... (qué lindo el quinto elemento, tan nuevo y tan cercano a la vez)
Nos fundimos en un abrazo sincero, y no lo soltabamos, como si nos dieramos fuerza para afrontar la noche (caía una sorpresa a cada instante: es la melodía de todos los viajes).
Dimos paseos por el pasado conocido y nos sumergimos completamente en el desconocido.
La esencia era exactamente la misma. No lo decian nuestros rostros o nuestro pelo o nuestros lentes... Lo decian nuestros presentes, y con orgullo... ese orgullo del ayer y del hoy, porque de una forma u otra ese ayer se veia en este hoy, y se lo agradecia (sembraste).
Recontamos kilometros recorridos en ese tiempo separados y las cuentas daban como para llegar a Jupiter (mientras yo descubría un rostro nuevo, familiar, íntimo), y como hablamos de planetas, las estrellas se multiplicaban sobre la mesa, uniformidad solamente molestada por la clara de uno de los participantes (te estás metiendo conmigo, socio?).

Se sumo el sexto elemento, o septimo o quien sabe cuantos. Pulpos por favor... (octavo elemento) Y no era Montpellier ni Madrid, ni Tucumán, era Catalunya... Zarzuela de mariscos a la Catalana. Visca la Terra Lliure.

Para unas cuantas personas, se corta un calamar tierno en rodajas y un pulpo mediano cocido de antemano, unos mejillones, media pescadilla cortada en rodajas y unos langostinos medianos, todo en crudo. Calentamos esa sartén de dos asas con aceite de oliva y metemos una cebolla cortadita no muy mucho, diria alguien, ni muy muy, ni tan tan; un vez cocinadas , les presentamos los bichos de mar antes nombrados y como son timidos y no se unen, metemos un poco de pure de tomate, y un par de los mismos picados y sin piel, y algo de ajo y perejil. Salteamos a fuego vivo, un poco de sal y pimienta blanca , rocíamos con vino blanco y unas gotas de ron y dejamos reducir . Se sirve en la misma sartén, con un poco de jugo de limón, y puede adornarse con unos dados de pan frito....
(me seduce el silencio)

En la mesita no entraba ni un suspiro mas (ni una mirada más), y llego esa sarten verdosa con tintes de rojos, verdes y blancos... mas los marrones de las pequenias botellas (estrellas de hace tiempo), mas ellas, mas ellos , mas yo, más yo, mas ese puente, esa esquina, esa ventana, esa escalera del Call, ese rio, esa tienda de vinos, esa calle, esa guinnes, ... esa bruja (gárgola limpiándose), esa leona (chiquitaperomatona), esa bandera bemella-amarella, y la otra, blanca y azul encerrando el sol... Girona t'estimo tanto.

Y las bocas no se controlaron (no), una y otra vez (de la noche a la mañana)... dulce barbaridad...

No hay comentarios: